Daniel Ortega, el cuestionado presidente de Nicaragua, nombró oficialmente (mas no legalmente) copresidenta a su esposa Rosario el pasado 25 de octubre. Con esta acción se suma más tensión a la cuestionada situación política del país. Algunos medios de comunicación nicaragüenses, así como prestigiosos diarios internacionales ya han denunciado esta acción (entre otras) como un golpe de estado a la democracia nicaragüense.
¿Por qué es peligrosa para la democracia?
El que un presidente invente instituciones de primera orden político que no está contemplado en la constitución, es causa legítima de preocupación. La copresidencia sería el equivalente de la Asociación al Trono en las monarquías. Donde el poder permanece en manos del titular, y el heredero (copresidente) acata sus decisiones. En dichas figuras propias de la monarquía, se mantiene la asimetría de poder tanto formal como real, a favor del titular.
La Asociación al Trono pudiera estar o no, contemplada en las constituciones de los países. Por ejemplo, en España el rey Juan Carlos fue incorporando a Felipe en las responsabilidades de la corona. No obstante, cabe señalar que dicha acción no supuso un irrespeto a las instituciones formales españolas. Todo lo contrario, a lo que ocurre en Nicaragua, donde una institución informal inventada por un presidente pudiera significar la liquidación de las instituciones formales.
La figura creada por Ortega surge al margen de la constitución, por ende, no encaja en el Estado de Derecho nicaragüense. Dicha constitución contempla la figura de un vicepresidente. La decisión de Ortega no se origina de una consulta en el que se ponderen las ventajas y desventajas del nuevo cargo, tampoco nace de un acuerdo entre fuerzas políticas que representen a toda la nación. No tiene la menor legitimidad democrática y ha causado el repudio nacional e internacional.
Democracia de Nicaragua en jaque por Daniel Ortega
La vicepresidencia, el cual es el cargo contemplado en la constitución nicaragüense, convive en el poder ejecutivo junto con el presidente. Por supuesto tiene menor poder formal y real que el primer mandatario, y además desempeña tareas delegadas por este último. El poder y la capacidad ejecutiva que tendrá el titular de la vicepresidencia será directamente proporcional a la confianza que le tenga el presidente.
Como Murillo es actualmente la vicepresidenta, a efectos prácticos estaría ocupando el cargo y los recursos asignados a la vicepresidencia con el carácter de un copresidente. Con todo, esta situación suma a la preocupación general, por lo que parece ser la liquidación de las instituciones oficiales en Nicaragua por parte del presidente Daniel Ortega.
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